Y sin saber por qué
de esta manera
resucité mis muertos
con mi canto.
En mi mente
corrieron a expandirse
los rostros y recuerdos
de aquellos que quisimos
y seguimos guardando,
mezcla de remembranza
y regocijo.
Y se nos fue la piel
estremeciendo
con cada muerto amigo que llegaba
y cada muerto amigo que se iba.
En un momento,
todos al lado mío
haciendo filas
como para mi propia comunión
en día de santos.
El día de muertos
caminé hasta la misa
como considerando
genuinamente,
la premisa
de morir anteayer
y hacer alarde
de que alguien me esperaba
en la otra vida
risueño, complaciente,
sabio, mudo,
sin decirme secretos
que se guarden
en la sola quietud
de los sepulcros.