Habría que tener
el pulso cálido
y esconder en las greñas
la amada cesantia
de una nube que vuela
sin entender los pajaros
que parecen cruzarlas
con su paso sin huellas.
Habría que poseer
la tibieza del nido
en la dura madera,
la llave de las puertas
hacia lo inaccesible,
la belleza del rostro
en el cristal del rio,
la esperanza del barco
en su cantar de arenas.
Habría que mantener
en las manos alzadas
las gotas del rocio
de la mañana en ciernes,
las noches caminadas
de las muchas preguntas
que no llevan respuestas,
la sed de vencer lides,
el ansia resurrecta,
la esperanza de las mieses
que no fueron sembradas,
el agua del retorno
cuando la luz te abraza
inundando tu huerta.
Para hacer poesía
habría que cantar
vistiéndonos de magia.
Descubriendo las luces
de los yermos parajes
llenándonos el alma.
Estar, vuelta de todo,
anhelando los suenos,
hilvanando razones,
conquistando lo eterno.
Para hacer poesía:
alma, voz, vida, gracia,
murmurando los versos…