Libros de aprender contando,
libros de aprender leyendo
las gloriosas historias
de nuestros antepasados:
ya viviendo en su cueva,
ya descubriendo el fuego,
dando forma a la rueda
y atándola al caballo,
ya afilando sus armas
para la caza o para la guerra,
la guerra de conquista
o la guerra de conciencia.
Libros para admirar
maravillas terrenas
y sentir a Dios mismo
en cada una de ellas.
Libros para excrutar
los grandes monumentos
que hicieron otros pueblos
en otras tantas épocas
que ya nos precedieron.
Libros para contar
encantadores cuentos
de enanos y princesas,
de príncipes valientes
y sapos que no resultan ser
lo que parecen.
Libros de matemática
todo tan caculado,
tan ordenado todo,
todo él, tan exacto
que no perdona nunca
irte por la tangente:
restas, multiplicas,
divides, sumas
y siempre,
grabándote cada tabla
en la mente;
por la razón exacta
de ese problema extraño
que no puedes resolver,
aunque lo intentes.
Libro de Anatomía
de un cuerpo, que adivino,
es como el tuyo y como el mío.
Botánica de mil plantas
para tí y para mí desconocidas.
De la tierra, geografía:
lugares muy remotos
o cercanos;
extensos como llanos,
altos como cordilleras,
secos como desiertos,
vastos como riberas
de mares y de océanos.
Cada río, cada lago,
cada ciudad o pueblo,
en el mapa fijados
con el anhelo cierto
de encontrarse contigo
en espacio y en tiempo.
En fin,
libros y libros
de aprehender-aprendiendo
mientras miramos en el mapa:
el curso de los vientos,
una mente inquisitiva
y un destino
sin altos ni fronteras;
eso si,
poco a poco;
Roma no se hizo en un día,
¡y tu tampoco!