Dentro de mí,
en mi profundidad que vive,
una ignota acechanza
te recuerda.
Cada vez que muero
de mi misma
te recuerdo;
cincelado,
estoicamente nivelado
a mi realidad
de cada día.
Cancelo entonces para tí
la cita de las citas
porque tan ileso vives,
resucitas,
cada vez que recuerdo
tu recuerdo.
Cada página que escribo
te define,
te resume,
me aflige.
Cada instante mío,
en deterioro de mí,
te pertenece por entero.
Sólida es esta fe,
que así te busca,
en la penumbra de la ausencia,
y teme
desmayarse y morir
con tus andares.
¿para qué quieres citas?
si tu cuerpo
adentrándose en mi cuerpo
se repite constante.
Verte a ti,
siempre es verme;
y no verte
es seguirme
corriendo a tus ramajes.
¿para qué quieres citas?
si la cita
la hiciste tu conmigo
para siempre
¡y estás citado ya
en el infinito!