Donde van a morir
las mariposas
con su sueño imposible
inacabado.
Donde las flores
suelen alimentar
la plácida belleza
que a diario nos circunda.
Donde aprendemos
a pintar las flores
para poblar airosos
los mejores colores.
Donde cada sonrisa
amanece y nos muestra
que nos unirá buscando
una sonrisa nuestra.
Y sale el sol eterno,
con su regalo diario
a poblarnos el alma
de tibieza y hallazgos.
¿Dónde?, preguntas.
En ese bienestar
que nos abraza
para alegrar el día
que, sin querer,
se marcha…