Incontrastable y franca
en su pureza
la astucia de tu mar
en mi bahia
rompe en olas traniqulas,
y, de súbito
la marejada aumenta
y se diluye
en mil pompas que bailan
en mi orilla
raudo, rauda
pasa y pasa
y la hondanada feliz
de mi derrumbe
va el cangrejo del amor
retrocediendo,
adentrándose más
en mis impulsos.
En la arena
mil pasos zigzagueantes
buscan el aliento,
por ventura.
Oculta tras la roca,
la risa fácil
de tu amor provoca
una pleamar intensa
e indecisa.
No sé si a tus espaldas
de naufrago anhelante
cuajaran las estrellas
de mi mar imprecisa
y no sé si intranquila
o solo claudicante
irá mi sed de sal
adosada a tus plantas.
La luna brilla
donde haciendo caminos
camina mi litúrgica
agonía
y perfila el espacio
en ondas infinitas
tu mirada en mi playa
o en mi orilla.
Vuelos de ave gris
que abre sus alas
estremecidas ya,
inquietas todavía.
¿Donde encallar tu barca
mas que en mi orilla intima?
¿Donde calmar mis vuelos
mas que en tus cálidas amarras?
¡llegó a puerto el amor!
ahí sigue todavía…