¡Madre mia,
que vuelos
en el tranquilo día!
¡Qué remansos de paz
va diluyendo el río,
oyendo los decires
de las aves que cruzan,
confluyen en sus bandas
y se alejan,
después de largas chacharas
y raudos picoteos
sobre el agua!
¡Madre mia,
que acentos
se diseñó la brisa!
Las espigas que pueblan
el frente de la casa,
le van diciendo cosas,
moviendo gentilmente
sus crestas bien peinadas
y cuando el viento viene,
saludando entre rafagas,
se revuelven negando
conversaciones largas.
¡Madre mia,
qué tenues
esas nubes que pasan
mirándose en las aguas
tranquilas, que las llaman
a verse en sus espejos
con las sutiles gasas!
¡Madre mia,
que verde
el siempre verde
de los árboles tercos,
riendo de estaciones
que llegan y se marchan
entre sus ramas verdes!
¡Madre mia,
que luces
tranquilas en el alba!