Los paseantes pasean
sin prisas que contagien,
llevando el mismo ritmo
que les prestó la tarde.
El sol hace su ronda
y ellos sus rondas hacen
con la misma certeza
y con el mismo alarde.
Es que la tarde tiene,
ganas de imaginarse
la soledad soleada
sin ningún caminante…
Con sus hojas que brillan
con sus flores que animan,
sus aves con sus cantos,
su calzada vacía
una barca tranquila
jugando en las orillas…
cuando juega el silencio
con las trenzas del sauce…
y el sol, que cubre toda
la paz de los paisajes,
tiene ese dejo trsite
que sienten los paseantes.
Esos que no pasean
¡cuando es fría la tarde!
El río tiene el eco
de voces en su cauce.