Definitivamente,
no somos los que fuimos.
El tiempo pierde dócil,
cada paso que dimos.
Hasta en la anatomía
de las siluetas nuevas,
nos van cobrando todas
las citas de la agenda.
No, ya no seremos nunca
lo que antes ya fuimos,
ni la esperanza espera
un renacer tardío.
Por lo mucho que sueñas,
por lo mucho que dimos,
por lo que no esperamos
o por haber vencido.
Definitivamente,
a pesar del hastío,
nunca seremos hoy
lo mismo que ayer fuimos.