Diletante como soy,
aturdida como siempre,
escapando de mis razones,
existo.
Pérdida siempre
y hurgando los caminos
que desdibujan de mi
la propia fe
de no encontrarme nunca,
sobrevivo.
De acertar,
inequívocamente
estaré equivocada,
de tanto no entender
la propia fe
de no encontrarme nunca
en mis delirios.
Oblicuamente,
yuxtapuesta,
equidistante a mi,
sosegando mi asombro
lograré persuadirme
de un encuentro fortuito,
y aun, reconociéndome,
sin siquiera entenderme,
la propia fe
me guiará al encuentro
dibujando por siempre
al existir que vivo.
Tal vez, deje de ser yo misma
en el encuentro.