¿Y los muertos?
¿Quién paga los muertos?
¿Quién paga la angustia?
¿Quién paga la pérdida?
¿la ausencia, la ruina?
¡la tristeza larga,
las horas que en vano
mendigan, suplican,
que pare la sangre,
la ausencia, la huida,
la tristeza nuestra,
la tristeza viva!
Quién paga los rezos,
que a diario replican
a dioses ancianos
angeles y arcangeles,
santos y santísimas
figuras y templos
que duermen en ruinas.
Quién paga los llantos,
los sueños, la vida?
si la vida misma
siempre está cautiva!
¿Y los muertos?
a quién interesan
dolientes figuras
en mares de llantos,
de espaldas al aire
que les daba vida?
¿A quien tocan puertas
de cerradas juntas?
Si todo parece
no tener la tregua
para hablarnos claro
y exponer las culpas?
Sí hay leyes de leyes
en mares revueltos
para las disculpas.
Y el mundo parece
un pañuelo largo
donde van las lágrimas,
las culpas, los tratos,
los ataques viles
en un remolino
de guerras y enfados
de crimen sin juicios,
de mundo amarrado.
A dónde de un siempre
que parece nunca,
para un mundo envuelto
en lutos e intrigas,
heridas y luchas.
¿Y cuando?
Si ahora, es el tiempo justo,
la justa consigna,
la palabra mágica
que hace maravillas.
El rezo que pida
frutos y vendimias,
lagrimas que gritan
ardientes consignas
por la paz del mundo.
Siempre traicionada,
siempre envilecida.
¿Y cuándo?
Si es hoy
cuando todo nace
para la vigilia?