Llamadas
Llamadas

Llamadas

Desde la soledad me llamas,

en letargos

parecidos a tu imagen y a la mía.

Yo te respondo, a veces,

con un requiebro mudo

que desea cubrir tu soledad

con mi abandono.

Pero no es la búsqueda de mi

lo que imaginas.

Cercenando de mi

lo más profundo

se te inclina el deseo

de saberte seguro

en esta especies de comunión

que aún nos une.

Abandono vital

que dan los años

y quieres postergar

hasta la muerte,

lo que va uniendo

huesos y deseos,

redimiendo principios

y estamentos.

Te oigo desde mi altar

de medias tintas

oliendo tu perfume vigoroso,

doy traspiés hasta ti,

hasta lo ignoto

que cobija tu ser

y alienta mi porfía.

Vuelvo a ti en la llamada

del fuego prodigioso

que enlazó los rigores de las décadas,

caídas y vencidas.

Desnuda, como estoy

en mi abandono

recojo de tus fuerzas

el ropaje feliz

que ahora me llena,

y, en un soplo de luz,

quedo vacía.

 

Volvemos a la brega,

A la fatiga,

de estar cosido uno

a la mano del otro

sin encontrar el hilo

que todo lo encadena.

 

Tú en mí,

yo en tí,

peregrinos anclados

a una fe

que ni desaparece

ni te llena.

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