Gran cosa es esa
de la convivencia;
ya sea en el hogar,
nuestro barrio
o escuela;
porque solo nos pide:
cordialidad sin fallas,
sin escondida deslealtad
o disimulos.
Que seas amistoso
con todos en tu entorno,
pese a la diferencia
que envuelve a cada uno.
Cooperación;
sin dificultar la entrega
o la preocupación
por el hermano.
Sin torpedear esfuerzos
ni oponerte
a la cristalización
de las buenas ideas.
Respeto;
con obediencia familiar
y ciudadana.
Más consideración por el contrario:
porque sus diferencias
son, tan solo,
una manera cierta de tratarlo.
Tolerancia;
porque la intolerancia
y la testarudez
te alejan de limar
las discrepancias,
en este mundo hostil
que pide a gritos
un poco de conciencia
ciudadana.
Lealtad;
porque la deslealtad,
la infidelidad,
solo nos guían
hacia la traición
de hombres y de ideas;
tendiendo una emboscada
a la tarea
del vivir-convivir
que alegra al mundo.