Vuelves,
como esas cosas queridas
que no se pueden perder
porque te pertenecen.
Vuelves,
porque la pequeña memoria
de ese pequeño niño te devuelve,
gritando la amargura del encuentro
que tuvo en el pasado con tus ojos,
dolidos en el barro
donde cayó tu peso.
Vuelves,
porque las injusticias
deben salir a la luz para exhibirse,
grabada en la conciencia del que crece.
Vuelves,
porque no puede florecer
el árbol de la vida,
en la tierra agrietada
que te vence.
Vuelves,
porque entre tantos caminos, caminados,
no encontramos la huella que mereces.
Vuelves,
porque de tanto gritar tu nombre
en los desiertos,
se marcharon insomnes las esperas
para esperarte siempre,
en el reencuentro.
Vuelves,
porque debías materializar
las dudas y certezas,
clavadas a tus huesos.
Vuelves,
porque la Patria duele desde siempre
y te ha esperado hoy,
en la memoria,
para que veas el fruto de tus luchas,
convertido en las flores que te ofrece.
Vuelves,
al fin,
porque nos perteneces
desde el precario triunfo de tus luchas
hasta la más feliz de las victorias.
Porque no puede quedar tu historia
en la penumbra de lo desconocido,
porque, abriéndose paso,
nos enseña
que fueron muchos cuerpos
cayendo en el abono
que logró retoñar,
lo que florece hoy para la lucha.
Vuelves,
porque somos millones
persiguiendo tu sueño.