Entre los yerbasales
de un recuerdo
se perdieron ayer
mis letanías.
Cada vaca se fue
tras su lucero,
cada angustia se fue
tras la porfía
de una luna libando,
entre los cerros,
el vino dulce
de la travesía.
Logre el encuentro
de todos los senderos,
seguí las huellas
de las mañanas nítidas
y el sol se puso
su crespón de luces
y el pueblo todo
se desnudo a mi rima.
Ví tus hombres, mujeres,
viejos, jóvenes, niños,
con la alegría de siempre
reflejando en los rostros
el ritmo de la vida,
la danza, la creencia,
el trabajo y los ritos
de toda fantasía.
Yo me sentí muy plena,
repasando,
entre los yerbasales
del recuerdo,
las costumbres sembradas,
hace siglos,
en el hacer jubiloso
de mi pueblo.