Sabrosa danza negra,
mientras bailas.
las nalgas te murmuran
con su ritmo,
que la cintura
recuperó la magia
que tuvo el junco verde
en el principio.
Los pies,
aunque cansados,
se alegran con los tiempos
que marca el quitiplás
de los tambores,
y la silueta alegre,
serpentea en los aires
con revuelo de flores,
mientras rechina el fogón
con los olores
de platano y mazorca
entre cenizas.
Sabroso bailas, negra.
El ritmo y el dulzor
entre sonrisas.
Con cada escaramuza
de la danza,
tienes cariño y sombra
que cobija.
Irene:
danzante y cocinera
al mismo tiempo:
¿Quién te subió a ese cielo
tan temprano?
¿Habría hambre y tristeza
al mismo tiempo?