Tiene amor el alma
que susurra siempre
dentro del recuerdo
del ayer perdido.
Tiene la semblanza
de todo el insomnio
de todas
las nanas
arrullando en calma,
cuando, yo pequeña,
sonreías cauta
a las pocas cosas
que causaban lágrimas.
Tiene el suave tacto
la dulzura tenue
de lo que acaricias,
tortas y tejidos,
con un ritmo exacto.
No tiene sentido
la tristeza entonces,
no tiene sentido
que no esté a tu lado,
cuando necesitas
más de mi cariño,
y yo necesito
evocarte tanto.
Yo quiero que sientas
todo lo que extraño
el tenerte cerca
oyendo tus pasos.
En la casa grande
que nos cobijaba
saborear aroma
vertido en los platos.
Verte sonriendo
o siempre rezando,
cuando ya la tarde
se marchaba y cuando
sosegadamente
caían los párpados.
Hoy, entre alegrías
te esperan mis brazos
con las bendiciones
de todos los Santos
que ayer veneraste,
que siempre veneras.
Yo quiero mostrarte
lo mucho que guardo
de tu risa buena,
de tu acento grato
y así devolverte,
con el gran empeño
que brindan los lazos,
un cariño manso
para tu regazo.