En el río posible
de las causas más justas
se enlazaran tus manos
sedientas a las mías.
Un gran coro de arenas
y de piedras felices
hará trinar el cauce
sobre el lecho propicio.
En el río posible
de las viejas consignas
se tejeran los nuevos
hilos de la proclama.
Desde el árbol más alto,
de la más alta rama
una voz portentosa
nos mostrará la llama.
Un niño, sonriendo,
regresará a las aguas
donde nunca supimos
si estaba resurrecto.
En el río posible
de las cosas escritas
no habrá reclamos nuevos,
ni penas, ni siquiera
se va a necesitar
tendernos sobre el piso
para hacer nuestra huelga,
sin otro compromiso
que ver nuestra protesta
reflejada en los medios.
En el río posible
de las causas posibles
ocurrirá el encuentro.