En volandas se fueron
las palabras que hoy tenía,
a hurgar entre enraizados
continentes,
buscando alguna voz
que las suscriba,
tan merecidamente
como les pertenece.
Porque:
analizando el tiempo
resurrecto,
las palabras no son
tuyas o mías
son para cada boca
que cultive
la antiquísima deidad
de la poesía.
En volandas,
se fueron mis palabras
con la brisa,
buscando el mejor transporte
que les asignara el alba.
Volaron tempraneras,
tremendistas,
a buscar otras voces
entre tantas.
Yo me quedé
desnuda de palabras
viendo al sol asomarse
a la ventana;
con los golosos giros
de las nubes
haciéndoles crespones
a su espalda.
Sin poder saludarlo,
como todos los días.
Sin que tuviera un signo
de esperanzas,
a la hora crucial de emanciparme.
Tan solo un grito quedó
suspendido en el aire,
como un globo pequeño;
sin altura, altivez
ni pretensiones.
Y mi musa
pidiendo las palabras,
y todas ellas
se me habían ido…
Corrí, hurgué,
soñé
inmensos y minúsculos lugares
que, por muchos motivos
las hubieran atraído…
cansada ya,
ya resignada,
oí, distante,
la voz de tantos niños
que entre risas y cantos
proclamaban
como suya mi voz.
Me sentí plena.
Hallé el motivo,
la razón o la importancia
de quedarse sin voz
en esta instancia
de regalarle un poco de mí
a mi querido mundo.
Las palabras de mí
se fueron en volandas,
las conseguí vibrando
en mis queridos niños…