Cuando yo ya pensaba
que te irías,
y tu dejaste de pensar
que no vendría,
se encontraron dos almas
en la búsqueda
de un solo renacer
para allanar heridas.
Toda la expectativa
de dos almas
tan solas y tan tristes todavía.
Tu en tu esquina
equivocando rutas,
dandome por pensar
que parecías
envuelto entre tus cosas
y distante
a todo lo que a mi pertenencia.
Yo entretejiendo sueños
y remilgos,
andaba por sentir
melancolía,
sin anexar mis pasos
solitarios,
a la gran soledad
que padecías.
Fue así,
haciendo caso omiso
a cualquier advertencia
necesaria,
tu yo y mi yo
reunidos en el ansia
de renacer
naciendo a nuestra vida.
Y nuestra vida pasa,
inútilmente,
haciendo caso omiso
a las premisas.
Tu grito no se escucha,
yo grito y tu no sientes
que de ser uno solo
ya dejamos
de ser nosotros mismos
para siempre.