Tu río manso que cruza
mi río manso y se aleja
en un clamor de delicias
que combinan las cayenas,
con los colores brillantes
que el sol perenne les deja.
Tu río manso que cruza
inevitables querellas,
por no dejar que crecieran
entre tus flores, la hierba.
Hacen falta los linderos,
pero no la fija idea
de dar dirección a toda
la fronda que nos rodea.
Tu río manso que cruza
mi libertad de hacer ondas
presume de estar cautivo
pero a sus anchas retoza
y no es mi río el que cruza,
delimitando su huella.
Tu río manso que cruza
cuenta los cuentos que quiera
a todo aquel que le oiga,
su antigua canción de penas;
pero yo,
que estoy rodando,
cada piedra, cada piedra,
vivo entre canto y suspiro
con cada piedra que llega.