Aguas
Aguas

Aguas

Al principio:

respeto a las riberas

de los ríos

y a calzadas abruptas

arriba, en las montañas.

El hombre, solazándose

en las bocas

gigantescas del agua.

La paz entre los árboles

y el hombre,

logrando hacer la vida

alegre y calma.

Los frutos dándose

en vendimia eterna,

las flores ofreciendo

sus perfumes.

Después,

el mítico Dios

negando sin palabras.

En el aturdimiento

de lo nuevo:

destrucción, impunidad,

asalto, fuerza,

iniquidad, violencia

sobre toda la tierra,

sobre mares y lagos:

avaricia.

Suelos quemados,

vedados para la buena siembra

los árboles caídos

anunciando

el vuelo de las lluvias.

Construir destruyendo

las delicias.

Hambre de enriquecer

manos impuras

allanando todo:

lechos de ríos,

los mantos de lagunas,

las riberas del mar

cercanas antes

y ahora lejanas

para nuestra orilla.

Ahora:

nada que hacer.

El agua se repliega

en las montañas

y ataca sin piedad

bloques y casas,

llevandose toneles

de carros y de cosas.

Agua y tierra,

imantadas,

destruyendolo todo

para volver el rostro

del paisaje

a su propio criterio.

 

Es que las aguas

pasaron siempre

sin pedir permiso,

por las laderas quietas

de las verdes montañas,

y fueron a caer,

abriendo grandes cauces

al mar enternecido

que les aguardaba.

 

Es que Natura tiene

sus ritos y sus tretas,

y no hay poder humano

que pudiera

restarle su poder

cuando despierta.

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