Los ruidos de la noche me acompañan
en esta claridad que desvanece,
la pequeña bujía ya perece,
mientras la sombra avanza y la humilla.
Todos los ecos de la noche saben
como verter sus ayes en mi acento,
hasta la tonta luna se va haciendo
la que poco le importa lo que siento.
Tiene un rumor la noche que no calla
toda la inconsistencia de las horas
cuando mirando atenta la ventana,
cada susurro quedo se despierta
conminando a mi ser a estar alerta
a cada paso incierto que llegara.
Ruidos, ruidos, los ruidos de la noche
acabarán, por fin, en el derroche
de no dejarme ir hacia la aurora
con esa paz que ansío, tan lejana,
donde los ruidos míos, sean solo
la feliz somnolencia de mi almohada.