Soledad,
¡qué grande e individualmente,
me perteneces toda!
Eres en mi
como un témpano
que se abre en flor de hielo
y queda yerta
y me cobija.
Eres así,
como un capullo gris
que no tiene color,
que no puede abrir,
y queda muerto,
eres en fin,
como yo misma:
miserable yo
que todo encierra
y se abre en un vacío
de infinitos.
Soledad,
airosa soledad
que me rodeas,
nadie puede negar que eres
yo misma,
estoica
y miserablemente.