Los fantasmas de la casa
pasan pintando huellas
que saludan.
Cada una me nombra
con tonos primitivos
evocando memorias
que no encuentro conmigo.
Les devuelvo piruetas,
morisquetas, lascivos
comentarios que temen
enfrentarse a lo mismo,
pero ellos me hacen muecas
sin comprender que digo.
Los fantasmas que danzan
trasegando postigos,
deambulan a su modo
y si yo no los miro,
Se suben a mi espalda
igual que un viejo abrigo.
Los fantasmas de siempre,
tienen sus cuantos siglos
y la terca costumbre
de meterse conmigo.