Desde lo más recóndito de mi,
la esperanza
que se sacude y alza,
hacia ese pedestal
que te construyes
y no logra entender.
Tu recuerdo antes vivo,
muriendo,
no vive en mi,
no tiene en mi
su cercana morada,
solo fija sus pliegues
y se arrastra,
hasta quedar de mi, desfallecido.
La vieja alondra que cruzó el camino,
hizo hoy,
tal vez por última vez
la vieja ruta.
La miré fijamente
y se marchó evasiva
sin darme otra razón,
que la tonta razón
de no ver el camino,
que antaño nos unió
y hoy languidece,
víctima de la ausencia
y del olvido.
Demasiados abrojos lo cubrieron
sucumbiendo a su sed de ver la luz
y arrojar flores
a cada caminante que le viese.
Desde lo más recóndito de mi,
busco algunas migajas
que te acerquen
y yo misma te alejo
al no encontrarte.
Has salido de mi
sin previo aviso,
entre los avatares y contiendas
que, juntos, se estrellaron
ante la parquedad
de tu presencia.
Desde lo más recóndito de mi,
pienso en ti,
vagamente,
como si me he olvidado de llamar
y, otra vez,
te reclamo.
Desde lo más recóndito de mi,
tu presencia no llega…
no fluye,
no aviva los recuerdos
que quisiera…