Galante caballero
que persigues
la total aquiescencia de mis besos,
ven por la tarde mudo,
nuestras musas están jugando a cazar
los pájaros que danzan en penumbra.
Quédate allí, rotundo,
sin herir la poesía.
La comunión de esperas
va destilando ecos sin palabras.
Voces insomnes
que se extienden
con un verdor de musgo
en las espigas
van callando los nombres
y, acicalando tonos transparentes,
vierten la poca luz que queda
en las pupilas.
Indagadoras, voraces,
las plomizas vertientes de las nubes
se tendieron al fin,
como pesados fardos tras la cuesta
y sólo se perciben
sus cabellos.
Difícil definir la silueta de siempre
en el gris horizonte
que enmudece.
Galante caballero
haz gala de tus sueños,
atraviesa en silencios,
hiere,
la tibia placidez con tus susurros.
Haz girar las clavijas que me atan
al no lograr hacer lo que presumo.
Galante caballero,
se guardián permanente del deseo
que construí para ti,
desde el principio mismo
de mi propio Universo,
cuando presumir sueños era todo
lo que había en el claustro de lo eterno…