Hacia la vespertina
se perdieron
alegres aleteos
de los pájaros,
dandonos un sabor
de despedida
al calor de ese sol
que hoy quemo tanto.
Viene la brisa
atravesando espacios
y se mueven, a ritmo,
flores y hojas
desde los mismos árboles
del patio.
La Luna,
mirando desde el cerro,
quiere elevarse ya
hasta lugares
que habrá de iluminar,
mientras las sombras
hacen gala del sueño
y los silencios.
Hay un inquieto discolo
a los bordes
de los pequeños techos
de los cerros
e iluminando espacios
le concede
a la quietud,
guaridas y susurros.
Va el arsenal de nubes
repitiendo
alguna letanía
de hace tiempo,
mientras abarca el cúmulo
de estrellas
que pensaba brillar
en el pulido azul
del vasto cielo.
Aquí canta la paz
el fin de la faena.
Todo está bien ahora.
Guarnecidos de almohadas
todos los seres
soñaran sus sueños
con un final feliz
en cada trama,
o una nueva ilusión
para sus horas,
dudosas de ilusión
y de quimeras.
Pero es bueno soñar
cuando los días
parecieran estar
tan a gusto en tu orilla.