Como en éxtasis,
atravesé los muros de la casa,
y me fui.
Tan limpiamente como pude,
a través del espacio.
Sentí
los mil aromas
que emergen de las flores
del jardín de las madres
de todos nuestros pueblos.
Observe el firmamento,
tropecé con satélites.
Mis ojos,
sorbían de la noche
todas las maravillas.
De su lecho de estrellas.
Y, mucho más abajo,
tropecé con la Tierra.
Divisé:
continentes y océanos,
y más de cerca ya,
divisé los poblados,
más lejanos del nuestro
mas allá todavía,
al sur mismísimo
de nuestra geografía:
las paredes rojizas
de los vastos tepuyes
cuaternarios.
Alcancé a ver los saltos
amarillo rojizos del pasado
que llegan al presente
en grandes halos.
Me encaramé,
tiritando,
sobre los densos muros
y observé,
la profunda oquedad
que revestían los musgos,
protegiendo
verdades prehistóricas,
silentes,
en una vastedad
que me agotaba.
Oscuros pasadizos
de la historia
en el fangoso oasis de la selva.
Intimidada,
por la vetusta imagen que veía,
vagué,
como en tinieblas,
hacia otras clarísimas
y eternas vanidades,
donde las candilejas alumbraban,
y una trompeta triste
predecía,
más queja y soledad
para mi alma.
Como en éxtasis,
dejé mi cuerpo estar,
tan blandamente,
como lograr pudiera,
entre los almohadones
de mi cama
y la cajita azul
de mis quimeras.
Oteando el horizonte,
me fui perdiendo,
diluyéndome
en montes y cañadas;
en tierras ya tan húmedas,
que echaban a la suerte,
rodar,
y asolar las comarcas
mas pobres de la tierra.
esas, que frente al mar
de pescadores,
narran una versión humilde
desde el comienzo de los siglos
y mucho más allá,
de que la historia fuera.
Como en éxtasis,
también,
me propuse una vez
el ser poeta.
He seguido mi senda
según estos antojos
de evidenciar que vivo
en un mundo muy sordo,
que no ve la añoranza
en otros ojos,
ni ve la placidez
de las mañanas,
ni la opulente entrada
de la tarde.
Que no puede escuchar
el canto de los pájaros,
cada vez que atraviesa las ventanas,
y nos repliega,
siempre recordando que
ojos y oídos son
la voz del mundo.
Como en éxtasis,
me pierdo y me reencuentro
todo por no pensar
y escribir,
algún soneto.