Sobre La Crin De La Luna
Sobre La Crin De La Luna

Sobre La Crin De La Luna

Sobre la crin de la Luna,

viene a horcajadas la noche.

No tiene silla ni bridas,

pero hace gala y derroche

de una prisa, como nunca

tuvo la luna hasta entonces.

 

Paso sobre mi balcón,

yo la vi tras la montaña.

Le pedí que no viniera,

que esperara hasta mañana:

no quería ver las horas

por no matar mi esperanza.

 

Pero la Luna que viene

y la ilusión que me pasa,

lobregandose en mis sueños,

doblegando la tardanza,

haciendo que fueran pozos

en vez de cielo, mis ansias.

 

La Luna se puso altiva,

cuando mirándome el rostro,

ya no le importo mi pena,

ni la mía, ni la de otros.

Y me dijo, tranquilita,

disimulando su enojo:

«tu ya no esperes que el tiempo

se detenga ante tus cuitas

o te destierre el trasnocho,

y vete a dormir en paz

que nadie arregla despierto

aquello que, sin arreglo,

así mismo ha de quedar».

 

Porque lo que es tuyo, es tuyo

y lo que no, ¿qué más da?

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