Esa dulzura
que siempre te acompaña
esa sonrisa
siempre cristalina.
Ese dejar querer
porque otro quiera.
Ese eterno compartir
que haz practicado,
como un acto de magia
inacabado.
Ese siempre recordar
lo que pasa o nos pasa,
entre lo más cercano
o más profundo.
Ese esperar que te amen
del mismo modo
que amas a todos tu,
tan confortablemente.
Ese abrazo tan íntimo,
tan tuyo,
que estrecha cada lazo,
cada mimo,
me habla solo de ti
queriendo tanto
que esperas ser amada
en la misma medida,
en que a diario repartes
tus dádivas y risas;
pero el mundo,
nena mía,
es parco para dar
y es exigente;
pide mucho de ti
sin otorgar a cambio,
un poco de ese amor
que lo sostiene.