Impoluta,
como suelen estar
las margaritas silvestres
que se empeñan en ocupar
ese lugar más alto
entre las ramas;
nada puede llegarles,
nada las amenaza;
solo el viento las mueve
para desubicarlas.
Así quedó mi alma
tras la dura refriega
con tu volcán ardiente,
con tus fuertes oleajes,
con tus sombras de siempre,
con tus amargos vientos,
con tus tristezas místicas
como único equipaje.
Impoluta;
inaccesible casi.
así quedó mi alma
después del arduo viaje.