Cuando seas grande,
mi niño,
en vez del dulce atol
una canción de Patria
que te alimente el alma.
Trabajo productivo
para la tierra buena,
que florezca el maíz
que entre hermanos
se muela.
Un sol que resplandezca
en cada techo propio
y en cada propia tierra.
Cada propio sudor
trayendo la cosecha.
Un corazón muy grande
que no crea más nunca
en cantos de sirenas,
si viene de este lado
o de otro lado,
si viene de esta tierra
o de otra tierra.
Cada hogar con su cerca
la cerca del hermano
para favorecerlo
y para honrarlo,
cuando cuidas lo tuyo,
también cuidas lo suyo.
¡ambos la misma senda!
Un alma y unas ganas
tan grandes, hijo mío,
tan grandes y tan claras
que marche solo al paso
con el alba creciente
del nuevo amanecer
americano.
Cuando seas grande, mi niño:
¡tiende tu mano
a todos tus hermanos!