Cuando el viento,
zumbando entre los árboles
hacía de su música alegría,
las aves, intuyendo los sonidos
cantaban sus canciones preferidas.
Los murmullos del tiempo
se hacían eco
de notas afinadas y sentidas.
La paz que da la noche, reposaba
magistralmente
en todas las estrellas.
Los recuerdos más grandes
se achicaban,
los bienes presagiados renacían,
me encerré entre mis quejas,
suspirando,
sí llegaría esta paz
a la otra vida.
Y no es que yo esté triste,
es solo que, a mi modo,
logro retrotraerme de mi misma
para hacerme a mi misma
en el futuro,
con mayor voluntad
y menos rima.