De Aquella Mansedumbre
De Aquella Mansedumbre

De Aquella Mansedumbre

De aquella mansedumbre

que surgía,

unos días después

de la contienda

acallando rumores

en mi mar bravío,

depositando en aras de la paz

todas mis prendas.

Ya no me queda nada,

más que la estoica compuerta

de bisagras aisladas,

que no puedes abrir.

Está cerrada

a todos los clamores

que lo intentan.

Por algo pasan

años y más años

uniéndose a tu fe

y a tu corteza.

Que la sed

que yo tuve

ya la sacie contigo

y la sed

que te queda

parece ya no ser

de mi incumbencia.

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