Nos llegó el mensajero
esta mañana,
y dijo las noticias
que no vimos
y el corazón de todos
en la boca,
secó con la sorpresa
el palpitar.
Nos llegó el mensajero
esta mañana,
y todos nos miramos
en suspenso,
no fue lo que vivimos
o sentimos,
fue un sólo golpe
para estar de pie,
salimos presurosos
a la calle
y luchamos a muerte
o a disgustos
nos caímos
de nuevos precipicios
para volver, en pie,
a levantarnos.
Nos llegó el mensajero
esta mañana,
tenía un no sé qué
en su sonrisa,
que puso más amable
la proclama.
Nos llega el mensajero
cada día
y nos habla de honor,
palabra herida,
nos habla de lo humano,
de lo propio,
y de lo más recóndito,
o de lo más vivido,
o de nuestro recuerdo clausurados.
Nos habla del hermano
y miramos a todos aquellos
los que están en la lucha
sintiéndose hermanos
con la misma atención
todos oímos.
Algunos asintiendo,
otros sin comprenderlo.
El mensajero
llega para todos,
para el rico y el pobre,
el que manda y el mandado,
el que cree en la Biblia
y el que cree
en sus Dioses
luminosos y arcanos.
Nos vino el mensajero
dejó un mensaje claro:
«o luchas por tu pueblo
o tu vida es en vano».
No puedo yo querer
para mi mismo
lo que yo no conciba
en mis hermanos.
Esta Patria
no se hace con indignos,
la Patria
es el honor sacrificado,
cada hombre que muere
es una herida tuya,
un grito de exigencia
en tu costado.
La Patria es don de todos
porque todos tenemos
sueños entrelazados.
Es ella quien nos grita
con un grito profundo
que quiere otro destino
entre sus hijos
con pan y con justicia
con tierra y con trabajo
con una libertad
verdadera,
que sobre
para darla al hermano
que está viviendo al lado.
Para enseñarle al mundo
que somos uno solo,
que de indios venimos,
de sol y oscuro porte
de bravo y gentil rasgo,
teniendo sus visiones
y un solo visionario
conquistadores somos
de nuestro propio canto.
Hoy llegó el mensajero
y todos nos pusimos
de pie, para juntarnos.