Desde donde la vida
se rellena en sí misma,
haciendo caso omiso
de todos mis conflictos,
te compongo esta cita
descomponiendo entuertos
en evasiva norma
de verme, descubiertos,
los deseos de verte,
sin mirarme a mí misma.
Cantan en ti la dicha
y la esperanza diaria
contra una diapasón
de mohines y quejas,
vivo en mi mansedumbre
de caminar, tomando
en mi red pescadora,
todos los avatares que me llegan.
Sufres el desatino
de no saber en qué andas,
entre las opiniones y la práctica
de visiones ajenas.
Yo, como siempre, ando
calzada en la camisa
de una experta
en las labores diarias.
Siempre conciliadora
y siempre en quiebra
de mi vena optimista.
No sabes dónde vas,
yo se la senda,
pero ciega como estoy
no la diviso.
Tu, sin saberlo,
eres mi lazarillo,
porque camino al contrario
de lo que siempre dices
para encontrarme justo
a donde me dirijo.
Tu hablas de libertades
atacando.
Yo hablo de libertades
y te abrazo
dejándote vivir,
según tu gusto.
Tu me hablas
sin mirar,
yo miro sin hablarte,
y continúo mi viaje
sin apuros…