En un libro,
ya viejo,
cuyas páginas viejas
hace ya mucho tiempo,
no leía.
Encontré tu sonrisa
amable y optimista
de aquellos viejos días,
en los cuales contabas
aquellos viejos cuentos:
yo, ante la escena final
me divertía,
cabalgando en tus piernas
y entre mis fantasías…
La muerte
me dejó sin ti,
y sin embargo,
encontré tu sonrisa,
requiriendo la mía,
en un virtual abrazo
de ida y bienvenida.