El amor juega a jugar
entre las ondas,
danzando al mismo ritmo
de la brisa.
Las nubes se acicalan
de delicias,
mirándose en el viaje
que ya inician.
Se hacen largos,
en largas travesías
o cortas, con el brusco
trotar del nuevo día.
Los árboles, sin hojas
le hacen mofa,
luciendo su futuro
en los pequeños dedos
que ya afloran.
El sol, le ganó una
al frío que aguardaba,
y calentó un poquito
las intrincadas ramas.
El amor juega a jugar
en las orillas,
salpicando de sol
toda la grama.
Y la grama,
le brinda las delicias
a los pequeños genios
que la habitan,
perdidos en el limbo
de pequeñas espadas.