Amainando,
la lluvia
puso su recordatorio
en su caída
y suavemente
fue pulsando al viento,
cálidamente
disminuyó la huída.
Ahora está tranquila
sobre el agua,
languideciendo en pos
de su partida
a una soñada tierra
que buscaría
tras los límites diarios
de su vida.
Llegar al mar
y reclutarse en olas
será la mayor prueba
que persiga…
El mar la espera,
siempre apasionado,
con la misma rutina
renacida, de abrazar sus asombros
y adueñarlos…