El cisne pone su altura
en las ráfagas del río
adonde va solo navegando,
sin remo en el remolino.
La mañana toda nieve,
se alza tras de los pinos,
las pocas aves que quedan,
se resguardan en sus nidos,
volando desde sus nichos
a un viaje que dura tanto
como el viento en su delirio.
Es una blanca mañana,
cuando Diciembre se inicia
a una blanca tradición
que juega en todos los sitios.
Y es clara el agua que pasa
recorriendo los caminos
sembrados de blanca nieve,
sobre árboles y nidos.