Tu alma va y viene.
Va y viene,
entre siempres y nuncas…
Renacida de presentes,
como esas olas
que, haciéndose pequeñas
vienen y van
de visitar mi orilla.
Un alma desigual
que no escatima
el dejarse desear
o el corto renacer
del día a día.
Mi alma,
la ve llegar,
y se reprime
en el abrazo largo
sugiriendo lo eterno.
La deja estar allí,
sin preguntarle cuando
escapará de mí,
sin escapar de ella.
Deámbular,
es su ausencia preferida.
Mi alma,
que la conoce,
ya dejó de aguardarla.
Se queda tranquilita
y la renombra.
Ella sabrá de mí,
sin nombrarme siquiera.
Soy la esquirla que aguarda
sumarse a su corteza.
Y espera aquí,
en la orilla,
otra mañana nueva.