Viajo,
una tarde sin parangon,
toda accesible,
la brisa mueve todo,
descolocando hojas,
deshaciendo arabescos
en un río galopante.
Aquí y allá
caen las bellotas,
con seco antagonismo
sobre la tierra seca.
Benevolentes, las ramas se abren
para aupar los vuelos
de aves presurosas,
dispersas.
Aquí y allá murmullos,
aquí y allá los ecos.
Toda nube se adosa
a un azul muy intenso
donde hay vuelos de luces
y pájaros de hierro,
que suscriben sus viajes
en el anden del cielo.
Y está el Sol,
de repente,
guiñando como un globo,
detrás de los cetros.
¡Qué luces, y qué garbo,
iluminan mi cielo!