Cuando te pierdes, pierdes.
Fragilidad fundida
en no sé qué sarcasmos
anunciando vendimias.
Y eres tú la que inmola
la última caida
con el mismo letargo,
con la misma sonrisa,
escapada de cuentos
y de cuántas rutinas.
Cuando te pierdes, pierdes
la virtud de ser única,
la norma que regula
las ansias de ser sólo
mentalidad y huida.
Es tiempo de que nazcas
otra vez, en la msma
irritante silueta
que te mira y vigila
detrás de los posibles
sentimientos, diatribas,
delante de los sueños
y de tantas mentiras.
Cuando te pierdes, pierdes,
la sublime partida
que vigila entre luces
lo mejor de la obra
que, sin querer
termina.
Los aplausos callaron,
se cerraron las filas,
cantando jubilosas
un himno a tu partida,
y te sentiste débil,
más allá de las sombras,
más allá de la vida,
más allá de la excusa,
que siempre sigue viva…