Diluta, amarrada en el mar
de las tontas preguntas.
Pensativa y lejana,
detrás de los vaivenes
del viento o de la brisa.
Lejana: perdida en un quizá
que nunca acaba.
Deletreando de nuevo las palabras
que suelen incitar
largas batallas.
Diluta, como diluta está
la primera respuesta
que ocupara la calma
tan sólo cuando callas.
Lejana, como podría estarlo
cada vez que me hablas,
cada vez que acompañas
las primeras palabras
con esa ausencia tuya,
tan hábil y estirada.
Diluta: como una simple pompa
que navega en el aire
y explota en lontananza
preguntándolo todo
sin que le importe nada.
Y aún así viviendo,
contrita y entregada,
se va resumiendo cuentas
de un relicario de alba,
cuando la luz muestra
primero que las lágrimas…