Dejándolo todo, dejaría
esas tontas promesas
que nunca cumpliría.
Un arsenal de cosas,
repetidas,
y un arsenal de versos
que no olvidan
voluntad y tristezas
ya tiempo repetidas.
Dejándolo todo, dejaría
ese afán de volar
con viejas fantasías,
y una triste respuesta
que, siempre, me convida
a desatar los cabos
que cubrieron mi vida.
Dejándolo todo, dejaría
ese lujo de usar
palabras prometidas
y pintar en mi mapa
de futuras vendimias
las alegres sonrisas
que nunca morirán.
Dejándolo todo, dejaría
creer en desaciertos
que siempre negaría.
Dejar de hilar mis tontas
y absurdas fantasías.
Esas que van conmigo,
desde cualquier orilla,
y más allá de límites
que jamás vencería.
Dejándolo todo, dejaría
sólo promesas rotas
aunadas a mi vida
y profusión de versos
tendidos en mi orilla…