Por una vez:
No cantarán sus himnos
los pájaros locuaces.
No estará entre las sombras
la aurora que perdimos.
No engañarán las huestes
la vigilia del débil.
No cubrirán con sangre
los caminos sedientos.
No blandirá el verdugo
con astucia el vil garrote.
No mentirá el tirano
al pobre que le escucha.
No se atarán las manos
del gladiador rebelde.
No llorará la madre
por los hijos perdidos.
No sufrirán los padres
por los hijos que mueren,
sin tener más motivos
que negarse a la muerte.
Sólo por una vez,
sea, quizás, ¡para siempre!