Y si me voy,
con todo el desapego
que me da volar
en aras de los sueños,
caminaré perdida
por los espacios nuevos.
Hallaré mis pisadas
inútiles al suelo
que quisiera pisar
con ningún desconsuelo.
Y si me voy trinando
con toda algarabía
que aprendí de las aves,
cubriéndose en la huida,
quizás encuentre fallas
donde no las había,
malentendiendo todo
lo que mi musa aspira.
Y as así como fluyen
las aves a mi orilla,
con los eternos cantos
que siempre se perfilan
una vez y otra vez
en la intranquila orilla,
presas del aleteo
que, hace horas, animan.
Yo me voy, sin final,
con todos los acopios
que pudiera guardar
en los momentos de ocio.
Y me voy, permitiendo,
las locuras de un sueño
que venza los cansancios
y reciba mis tedios
con otros cuentos tontos;
aquellos, sin remedio,
de aletargar la musa
que vela, desde adentro,
de cualquier escondite
que aplauda mis deseos.
Yo me voy: aura libre.
Yo me voy: nido abierto.
Yo me voy: redundante
en todos mis misterios,
delegando a la vida
cualquier encentro nuevo.
Y me voy: porque sí,
con mi ruta y mis sueños:
a veces, río claro,
a veces, mar abierto.
Hurgando en las premisas
que paren los misterios,
entre algún sueño roto
y alguna paz de siglos
jugando en nuestro entorno
los, ya perdidos, miedos.