Este hoy, ya me siento
como un árbol muy viejo.
Hoy, cada circunstancia
anidará en mi pecho,
reclamando victorias
que, a veces, no recuerdo.
Golpeteando en mi puerta,
la oscuridad, en acecho
por no se cuantas horas,
doblará las campanas
en mi vuelo deshecho.
Hoy me siento culpable
por lo que nunca hice
y se cubrió de sueños:
por las líneas sin pulso,
el querer tan adentro
de los tantos matices
que llevan los conceptos.
Y me abrigué en la magia
de cada atardecer
en el paisaje nuestro,
aullándole a las horas
que se marchan, urgiendo,
un cambio en el reloj
de los viejos recuerdos.