No te vayas, no finjas
que puedes esconderte
de mis ayes.
Esos ayes que siempre
representan
una ruptura más
en mis paisajes.
No te vayas,
desnudo de palabras
para poder largarte
a otros lugares.
Obliga a mi
tu pretendido vuelo
con tu discurso airoso
haciendo cada alarde.
No te vayas,
no finjas que soñaste
el sueño que quisimos,
sin embragues
y que, tan poco a poco
deslizara
las musicales notas
que, antaño, disfrutaras.
No te vayas, no importa
la tranquila visión
de la última velada.
Déjate estar,
tranquilo como siempre,
mientras cuentas los cuentos
que siempre te gustaran,
entre cada recuerdo
colmado de infortunios
y cada resplandor
de alegres carcajadas.
Es lo que siempre hicimos,
recordando,
que es mejor sonreir
que verter lágrimas…